lunes, 30 de mayo de 2011

Problemas de la filosofía

Durante la época de la filosofía griega surgieron diferentes interrogantes y los filósofos de la época trataron de responder a ellos con diferentes puntos de vista.

El primer problema es el relacionado con la physis, en el que los primeros en tratar de resolverlo fueron los llamados presocráticos con el paso del mito al logos. Estos primeros filósofos dejan de explicar la naturaleza con seres sobrenaturales y pasan a hacerlo de manera racional. Así pues, les surge la necesidad de conocer el arjé, es decir, el principio constitutivo de todo, del que todo procede y al que todo vuelve. De este modo según la explicación que los presocráticos le den al arjé se dividirán en monistas, con uno solo, y pluralistas, con varios. El siguiente filósofo que se ocupó del problema de la physis fue platón, el cual la relaciona con el génesis del mundo sensible, es decir, con Demiurgo que es ordenador de todo pero no creador. Por último nos encontramos a Aristóteles proporcionando una respuesta, que trata ni más ni menos del paso de la potencia al acto, es decir, del no-ser relativo al ser en acto. A dicho paso lo denomina movimiento, siendo a su vez dividido en dos tipos: sustancial (dejar de ser lo que se es y generar una nueva sustancia, es decir, generación y corrupción) y accidental (cuantitativo, cualitativo o locativo). Para finalizar con este problema cabe decir que Aristóteles distingue entre cuatro causas para que se produzca el movimiento: la material, la formal, la eficiente y la final.

Otro de los problemas planteados es el relacionado con el ser, la ontología. Comienzan a tratarlo dos filósofos presocráticos como son Heráclito y Parménides, con un continuo cambio de la naturaleza a través de los sentidos y con una naturaleza inmutable a través de la razón, respectivamente. Basándose en las ideas de sus antecesores, Platón desarrolla la teoría de la existencia de dos seres: el sensible, con las cosas cambiantes de Heráclito, y el inteligible, con la naturaleza inmóvil de Parménides. Esta teoría se conoce con el nombre de Dualismo ontológico. El mundo sensible del que habla Platón consta de todo aquello que se muestra a los sentidos y tiene un carácter temporal, espacial, cambiante y corruptible; mientras que el mundo inteligible que nos muestra consta de la auténtica realidad, donde se sitúan las ideas, que son inmateriales, abstractas, eternas e inmutables. Terminando con Platón, hablaremos de Aristóteles, que hace referencia a la distinción del no-ser relativo, es decir, el ser en potencia, y el ser en acto, es decir, es en ese mismo momento. También distingue entre varios tipos de no-ser: el absoluto, que no es y no podrá llegar a serlo, y el relativo, que no es pero sí podrá llegar a ser. Como hemos nombrado en el problema de la physis, el paso de la potencia al acto se denomina movimiento. Para Aristóteles es necesario un primer motor inmóvil que sea capaz de moverlo todo y que no pueda ser movido, y que permita el paso de la potencia al acto.

Cabe destacar el problema que surge al hablar de la epistemología. Ya en un principio los sofistas pasan de la physis al nomos, es decir, dejan de interesarse por la naturaleza y comienzan a preocuparse por el comportamiento del ser humano. Plantea dicho problema con tres doctrinas: el escepticismo, que afirma que no existe verdad, y si existiera el hombre no la podría conocer; el relativismo, el cual sostiene que todo depende de cada cual, lo bueno y lo malo es según el punto de vista de cada persona; y por último el convencionalismo, que dice que las leyes no parten de la naturaleza humana, sino que son el resultado de un acuerdo entre los hombres. Sin embargo, Sócrates es contrario total y absolutamente al punto de vista de los Sofistas. Este filósofo plantea el uso de la mayéutica, que se trata de un método filosófico de investigación y enseñanza, en el cual el maestro no enseña los conocimientos inculcándolos, sino que mediante el diálogo ayuda a los discípulos a alcanzar por sí mismos el saber, utilizando la reflexión. Así pues, llegamos a Platón, que plantea un conocimiento sensible y otro inteligible o racional. Para alcanzar el conocimiento verdadero, es decir, el racional, existen cuatro métodos: la reminisencia (anamesis), que es el recuerdo de lo que ya se sabe a través del alma al reencarnarse en el cuerpo; la dialéctica, la contraposición de tesis opuestas para finalmente llegar a la idea de Bien; el amor, que es una tensión, un impulso, una fuerza que todo Ser siente hacia aquello de lo que se carece (belleza, bien y perfección); por último, la purificación (catarsis), que es un modo de liberarse y prepararse para la muerte, es decir, la separación del cuerpo y el alma. Platón distingue a su vez dos grados de conocimiento: la opinión (doxa), que es el conocimiento de las cosas del mundo sensible con los sentidos: imaginación (eikasía), y creencia (pistis); y el epistema (ciencia), que se trata del conocimiento de lo inteligible mediante la razón, el cual presenta dos grados: inteligencia discursiva (dianoia) y la intuitiva (noesis). El filósofo que concluye con este problema en la filosofía antigua es Aristóteles, para el cual el punto de partida son los sentidos llegando más tarde a la razón o entendimiento. Distingue entre dos tipos de entendimiento, el agente y el paciente. El entendimiento agente lleva a cabo un proceso de abstracción para captar la esencia de cada ser. El entendimiento paciente recibe el concepto universal, es decir, esa esencia, y lleva a cabo razonamientos y juicios para comprenderlo y actualizarlo.

El siguiente problema que destaca es el relacionado con la felicidad. Para Sócrates la felicidad se alcanzaba a través del Intelectualismo moral: que está basado en el conocimiento del Bien, de tal manera que se sabe qué es bueno y qué es malo y mediante la justicia se puede llegar a la felicidad. Aristóteles hace uso de las virtudes, distinguiendo entre la ética y la dianoética. Se trata ni más ni menos que la ética de este filósofo, basada en que todas las cosas se realizan para alcanzar la felicidad (eudemonía). Las virtudes éticas tienen el dominio de la parte racional del alma sobre la sensitiva y vegetativa (valor, templanza) y las virtudes dianoéticas perfeccionan el conocimiento, es decir, el alma racional (prudencia y la sabiduría). Finalmente, con la etapa Helenística, aparece el filósofo como médico del alma. Destacan entre los filósofos de este periodo Epicuro, que busca el placer y se aleja de la política; los Estoicos, con Séneca y Zenin, cuyo lema es aguanta y resiste sin intentar cambiar las cosas; y los Cínicos, que sostienen que se deben seguir los dictados de la naturaleza, como por ejemplo Diógenes.

Otro problema es la justicia, por la cual los Sofistas sostienen que para hacer política es necesario convencer al oyente mediante la retórica, es decir, saber hablar para que así la gente crea lo que dices. Sin embargo, Sócrates interviene en que es necesario únicamente el diálogo, no se debe inculcar el conocimiento como tal, sino ayudar a comprenderlo para poder llegar a hacer una política justa. Según la política de Platón, independiente de lo anterior, la sociedad ha de estar dividida en estamentos con los productores (campesinos, comerciantes y artesanos que se corresponden con la parte concupiscible del alma y en los cuales predomina la templanza como virtud asociada), los guardianes (en los que predomina el alma irascible y se relacionan con la fortaleza o el valor) y los gobernantes (que son los más listos, identificados con el alma racional y con la prudencia o sabiduría). A su vez, Platón establece diferentes formas de gobierno: aristocracia, timocracia, oligarquía, democracia, tiranía. Para él la mejor de todas es la aristocracia, ya que es el gobierno de los filósofos. Al igual que Platón, Aristóteles también distingue diferentes formas de gobierno, pero para él, solo serán buenas aquellas que miren por el bien común y no por el particular. Estas formas buenas serán la monarquía, la aristocracia y la democracia, y las malas serán la tiranía, la oligarquía y la demagogia.

Para finalizar, hablemos de la antropología captada en la Antigüedad. Pitágoras, filósofo presocrático, afirma que el alma es inmortal y que se reencarna. Al igual que este, Platón también piensa que el alma se reencarna, sin embargo hace distinción entre cuerpo y alma: el cuerpo estará formado por la materia mortal y no puede ser de otro modo que el alma formará la parte inmortal. Platón plantea la teoría tripartita del alma: la concupiscible, que se trata de la fuente de todos los placeres innobles relacionados con el cuerpo, se relaciona con la templanza y con los productores según la sociedad estamental de Platón (situada en el vientre); la irascible, que es la fuente de todas las pasiones nobles, como el deseo de Bien y Justicia, se corresponde con la fortaleza y con los guardianes (situada en el pecho); y la racional, que está relacionada con la auriga y busca el saber por el siempre conocimiento, le corresponde la prudencia y se relaciona con los gobernantes (situada en la cabeza). Por último y para finalizar con los problemas planteados, nos encontramos a Aristóteles, que sostiene, al igual que Platón, una distinción entre cuerpo y alma, pero discrepa en que se necesitan el uno al otro, es decir, si uno de los dos muere, el otro también lo hará. También distingue entre tres tipos de alma: la vegetativa, cuyas funciones (nutrición, crecimiento y reproducción) están presentes en todos los seres vivos, pero este alma solo reside en las plantas; la sensitiva, presente en los animales y las personas cuyas funciones son la locomotora, la sensitiva y la capacidad perceptiva, y el alma racional que únicamente la posee el ser humano, en ella reside la capacidad cognoscitiva y la deliberativa. Solo una pequeña parte de este último tipo de alma muere, que se corresponde con el conocimiento pasivo.

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