lunes, 30 de mayo de 2011

HISTORIA T 14 LA CRISIS DEL SISTEMA LIBERAL: EL REINADO DE ALFONSO XIII

1. Panorama general del reinado de Alfonso XIII

Características de la vida política: el periodo que va de 1902 a 1923 transcurre en una permanente crisis política que afecta a los fundamentos del sistema de la Restauración. Una de las causas fue la personalidad del rey, el cual desempeñó desde el principio un papel activo, implicándose en los cambios de gobierno, participando en la acción política y rodeándose del sector más conservador, además apoyó a la Dictadura. Otra causa fue la división de los partidos de “turno”, ya que ni liberales ni conservadores tuvieron líderes ni programas claros. La debilidad del caciquismo restó eficacia al falseamiento electoral y además, el mayor peso del voto de las ciudades fue poco a poco restando influencia en la corrupción política. A la división parlamentaria contribuyó la aparición y el crecimiento de otros partidos. Como desde 1917 ningún partido era capaz de formar gobierno por sí solo, se recurrió a los gabinetes de concentración. 

Los problemas del país: a lo largo del reinado una serie de grandes problemas marcaron la vida política. El primero de ellos fue el aumento de las luchas sociales, debido a la mayor conciencia de clase de obreros y campesinos y del aumento de su capacidad de movilización. Los enfrentamientos entre patronos y trabajadores agudizaron los conflictos. Otro problema fue la reaparición de la “cuestión religiosa”, en el cual socialistas, republicanos y un sector del Partido Liberal reclamaron que se recortara su poder, que se limitara el número de congregaciones y que se regulara el matrimonio civil. El anticlericalismo se fue extendiendo sobre todo entre las clases populares. En tercer lugar, resurgió el problema militar con la degradación de las Fuerzas Armadas que se había demostrado en la guerra de 1898. Al estamento militar se le atribuía toda responsabilidad de la derrota de los políticos y a él se enfrentaban los sectores antimilitaristas y la prensa liberal. El Desastre produjo en el País Vasco y en Cataluña un incremento del nacionalismo. Para los políticos conservadores y para los militares, sin embargo, nacionalismo equivalía a separatismo. Por último, cabe mencionar el problema de Marruecos, ya que tras El Desastre la posibilidad de reconstruir allí el imperio provocó las esperanzas de los colonialistas españoles. Así pues las compañías españolas comenzaron a explotar las riquezas mineras de la región, pero en 1909 se inició un conflicto bélico que se prolongó durante más de quince años, y que contribuyó a agudizar la separación entre el Ejército y la sociedad civil.

Crisis de 1905: la primera década del siglo XXX estuvo marcada por los intentos de aplicar desde el gobierno las reformas regeneracionistas, que fracasaron por las disputas internas entre los partidos. En 1905, bajo el gobierno de los liberales, estalló una grave crisis en Cataluña. La Lliga Regionalista, partido nacionalista liderado por Prat de la Riba y Cambó, fue fundada en 1901 y apoyada por las clases medias y altas de Cataluña, ganando así las elecciones municipales en 1905. Los militares, alarmados, denunciaron lo que consideraban un triunfo del separatismo, a lo que la prensa nacionalista contraatacó. En medio del escándalo, en 1906, se aprobó la llamada ley de jurisdicciones, que identificaba los delitos contra el Ejército como delitos contra la Patria. Esta ley desprestigió a los liberales. Su derogación se convirtió en la reivindicación clave de los partidos nacionalistas y republicanos y del movimiento obrero. Ayudó a unir las principales fuerzas nacionalistas catalanas, desde carlistas a republicanos, en Solidaritat Catalana, que obtuvo una victoria electoral que hizo desaparecer casi por completo a los partidos Liberal y Conservador en Cataluña.

El regeneracionismo de Maura: en 1907 el rey nombró jefe de gobierno a Antonio Maura, líder del Partido Conservador, que emprendió un programa de gobierno que incluyó medidas de inversión pública, el plan de reconstrucción naval y actuaciones dirigidas a mejorar la situación de la agricultura. En 1908 se estableció el Instituto Nacional de Previsión, antecedente de la Seguridad Social, por el cual se prohibía trabajar los domingos y se reducía la jornada laboral de mujeres y niños. En el terreno político Maura apostaba por una reforma que rompiera con la indiferencia que denunciaron los regeneracionistas, además modificó la ley electoral para así establecer el voto obligatorio y la proclamación automática de candidatos sin oposición, es decir, pretendía que la gente tomara partido en la vida política, en lugar de la pasividad que habían mantenido hasta entonces y que acabara así con el caciquismo.  Pero la más ambiciosa reforma de Maura era la nueva Ley de Administración Local, por la que se creaban las “mancomunidades”, asociaciones de las Diputaciones de cada región. La ley contó con el respaldo de la Lliga, pero la resistencia de los representantes de la oligarquía impidió su aprobación, ya que esto supondría aceptar la reducción de los privilegios con los que contaban.

La Semana Trágica de Barcelona (1909): en los primeros años del siglo Cataluña vivió un importante auge de las movilizaciones obreras, protagonizando por los activos grupos anarquistas. En 1907 se creó Solidaridad Obrera. En esos años surgió el Partido Republicano Radical, dirigido por Alejandro Lerroux, que captó buena parte de las clases medias y de los trabajadores. Otros factores de tensión en Barcelona fueron anticlericalismo y el antimilitarismo, que se había incrementado enormemente desde la aprobación de la Ley de jurisdicciones. A esa situación explosiva se unió, por último la posición autoritaria de Maura. Pero fueron la situación de Marruecos y los errores del Gobierno los que provocaron la crisis. En 1909 atacaron a los trabajadores españoles de una de las compañías mineras. El Gobierno de Maura decidió enviar al ejército y aprovechar la ocasión para ensayar el plan de movilización de reservistas. Tras el desastre del Barranco del Lobo estalló una huelga general en Barcelona, convocada por Solidaridad Obrera y respaldada por UGT. El paro fue total y se declaró el estado de guerra. Durante tres días se sucedieron asaltos y quemas de conventos, luchas callejeras, incendios y enfrentamientos. Llegaron después las detenciones en masa y los juicios. El hecho más grave fue el procedimiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia. Las consecuencias de la Semana Trágica provocó la caída de Maura. Propició la Conjunción republicano-socialista, una alianza electoral que en 1910 consiguió un gran éxito. Y, en general, contribuyó a reforzar las organizaciones sociales y a extender la crítica al sistema político de la Restauración entre la opinión pública.

El gobierno de Canalejas, último intento regeneracionista: entre 1910 y 1912 dirigió el Gobierno José Canalejas, líder del Partido Liberal. Durante su mandato se suprimieron los consumos, impuestos que aumentaban el coste de los productos de primera necesidad; se estableció el servicio militar obligatorio en tiempo de guerra, por lo que se suprimen así las quintas, impuesto que se pagaba para evitar ir a la guerra. Las Cortes aprobaron también la “ley del candado”, por la que se prohibía durante dos años la instalación de nuevas comunidades religiosas; trataban de evitar así el elevado número de religiosos que se unían a esta vocación por pura supervivencia. En 1912 Canalejas obtuvo su mayor éxito, cuando el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, que permitía el inicio de autogobierno y satisfacía las peticiones catalanistas. Sin embargo, no llegó a ver aprobada dicha ley ya que fue asesinado en Madrid por un radical anarquista. Con su muerte, se iniciará una etapa de crisis permanente entre los dos partidos de “turno”.


2. Crisis del parlamentarismo

El impacto de la Primera Guerra Mundial: el estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, fue seguido de una declaración de neutralidad del Gobierno español. Además del aislamiento de la política española, había una conciencia de la debilidad diplomática, económica y militar. La opinión pública se dividió en “aliadófilos”, identificados con el liberalismo parlamentario, y apoyados por la opinión progresista, los intelectuales y los sectores financieros e industriales; y “germanófilos”, identificados con el orden, la disciplina y el conservadurismo, y apoyados por los oficiales, el clero, la aristocracia y los terratenientes. En cuanto a las consecuencias económicas, se produjo un boom económico tras unos meses de recesión. España se convirtió en suministradora de los países en guerra. Por último, en cuanto a las consecuencias sociales, fue una etapa caracterizada por una gran tensión social debido a que el regreso de emigrantes aumentó el paro, y a que las exportaciones y la escasez dispararon los precios. Además la falta de alimentos agravó aún más la situación.

El inicio de la crisis de 1917: a comienzos de 1917 el descontento era general. El alza de precios y la escasez de alimentos contrastaban con el escándalo de las fortunas logradas con la especulación. Además, los submarinos alemanes comenzaron a hundir mercantes españoles que llevaban suministros a los aliados. La oposición criticaba duramente la inoperancia del Gobierno y denunciaba la corrupción de la oligarquía política liberal-conservadora. A las críticas, el Gobierno respondió en marzo con la suspensión de las Cortes, la detención de los líderes de la UGT y la restricción de derechos civiles. En junio estalló un enfrentamiento entre el Gobierno y el Ejército, el cual concedió ascensos rápidos a los militares con destino en Marruecos. Los peninsulares reaccionaron mal al verse en la sombra de los “africanistas” y comenzaron a unirse para defender sus reivindicaciones en las Juntas de Defensa. En un principio fueron toleradas y crecieron rápidamente, pero cuando el Gobierno decidió disolverlas, estas respondieron con un manifiesto que daba un ultimátum al Gobierno para que aceptara sus reivindicaciones profesionales y económicas. El Gobierno incapaz de restablecer la disciplina, dimitió. El nuevo gabinete conservador de Dato reconoció las Juntas, pero estas pedían al rey la formación de un gobierno de concentración y Dato ordenó de nuevo la suspensión de las garantías constitucionales. Estalló orto conflicto, una crisis parlamentaria. Los partidos de la oposición llevaban meses reclamando la reapertura de las Cortes. En una reunión promovida por la Lliga, se decidió convocar una Asamblea Nacional de Parlamentarios para promover la reforma de la vida política. Se aprobó una moción pidiendo un cambio de gobierno y la convocatoria de Cortes Constituyentes.

La huelga general de 1917: los sindicatos empezaron a organizar la huelga con el objetivo de obligar al Gobierno a cambiar de rumbo. Los acontecimientos se precipitaron debido a la huelga de ferroviarios que se desencadenó en Valencia, la cual fue respondida con una violenta represión. Se convirtió en una huelga general indefinida, en la que Madrid, Bilbao, Oviedo, Gijón y otras capitales quedaron paralizadas; las zonas mineras e industriales secundaron el paro. La respuesta del Gobierno fue durísima y después de una semana los sindicatos desconvocaron la huelga, y poco a poco se restableció la normalidad por todo el país. La huelga tuvo consecuencias importantes. Hubo un centenar de muertos y miles de detenidos. Con embargo, y pese a la derrota, se demostró a los sindicatos la capacidad de movilización que tenían. Por otro lado, llevó a las Juntas de Defensa a reaccionar a favor de la represión y a abandonar sus peticiones reformistas. En tercer lugar, agudizó la crisis política, que hizo que Dato dimitiera y se formara un frágil gobierno de coalición.

La crisis social y la lucha de clases en Barcelona: a partir de 1918 y hasta 1923 se sucedieron once gobiernos, respaldados por minorías mediante difíciles equilibrios de partido, y cada vez más débiles. Mientras, la situación económica y social se fue agravando. El fin de la guerra europea produjo el cierre de fábricas y despidos. En consecuencia, aumentó la conflictividad social y se multiplicaron las huelgas. Otro factor fue la gran repercusión de la gripe de 1918, que causó una gran mortandad. Desde 1919 el enfrentamiento entre los trabajadores y los patronos entró en una fase de extrema violencia. Estalló la huelga contra “La Canadiense” que acabó convirtiéndose en una huelga general que mantuvo a la ciudad paralizada durante cuarenta y cuatro días, y que acabó por provocar la dimisión del Gobierno. El nuevo gobierno conservador de Maura dio vía libre a las autoridades militares y a los industriales para endurecer su posición. Poco después surgió en Barcelona el Sindicato Libre, una organización de pistoleros financiada por la patronal, que asesinó a los principales líderes del movimiento obrero barcelonés. Los sectores más radicales del anarquismo respondieron con la “acción directa” contra los miembros del Sindicato Libre. Entre 1919 y 1921 hubo continuos atentados y numerosos muertos, la mayoría obreros. Las autoridades se sumaron a las represalias aplicando la “ley de fugas” para ejecutar a los detenidos. La respuesta anarquista fue el asesinato de Dato en 1921. Dos años después también moría el líder anarquista Salvador Seguí.

La crisis marroquí: el desastre de Annual: desde su estallido en 1909, la guerra en Marruecos se había ido complicando cada vez más, lo que llevó en 1912 al gobierno de Canalejas a pactar con Francia una nueva división de Protectorado. Tras la Primera Guerra Mundial, los franceses reanudaron su avance en el protectorado. Bajo las órdenes del general Berenguer, se inició una acción encaminada a controlar el territorio del Rif. Pero un ejército mal pertrechado y compuesto de una mezcla de “regulares” (tropas indígenas), soldados de reemplazo y miembros de la Llegión. Año tras año, la pésima dirección militar, la falta de suministros y el conflicto entre africanistas y peninsulares no hicieron más que agravar la situación sobre el terreno. En 1921, una acción mal planificada desde la comandancia del general Fernández Silvestre permitió al líder guerrillero del Rif atacar las posiciones defendidas por tropas mal agrupadas y preparadas, que huyeron precipitadamente. La huida desencadenó una matanza: el desastre Annual, que supuso la pérdida de Fernández Silvestre y muchas más vidas. A la impopularidad de la guerra marroquí se unieron ahora las voces que reclamaban responsabilidades por la derrota. El expediente fue instruido por el general Picasso. El PSOE y los republicanos se beneficiaron de sus críticas en las Cortes y su popularidad aumentó al defender el abandono de Marruecos.

  
3. La dictadura de Primo de Rivera y la caída de la monarquía.

Las causas del golpe de Estado: el golpe de Estado que en 1923 acabó con el régimen constitucional tuvo causas muy diversas. En primer lugar, estaban las consecuencias de Annual. El Ejército pedía más medios para vengar la humillación sufrida. Tampoco les agradó la disolución de las Juntas en 1922. Además, el expediente Picasso provocó el rechazo del estamento militar y los grupos más derechistas de las Cortes. Por si fuera poco, buena parte de la opinión pública pedía el fin de la guerra. El auge del nacionalismo en Cataluña y el País Vasco era visto con recelo entre la derecha conservadora. La división de los partidos Conservador y Liberal y el ascenso de socialistas y republicanos también alarmaban a la oligarquía y a los militares. Además, en 1921 se había fundado el Partido Comunista de España (PCE). A eso se añadían las luchas sociales, que les llevaron a valorar que un gobierno autoritario podía ser el freno definitivo al crecimiento del movimiento obrero. Las clases medias presionaban en el mismo sentido. La prensa de izquierdas y derechas coincidía en una crítica permanente al Gobierno y a los partidos del “turno”. Una dictadura militar era, para la derecha, una posible solución a la permanente inestabilidad política. Para los propios militares era, además, la única forma de paralizar el expediente Picasso, y ese fue el factor determinante para llevar adelante el golpe.

El golpe de 1923: el 12 de septiembre, Primo de Rivera, capitán general de Cataluña y cabeza de la conspiración, se sublevó contra el Gobierno. El golpe triunfó gracias al apoyo de Alfonso XIII. Aunque Primo de Rivera se presentó al país, a través de un manifiesto, con un proyecto de regeneración, las primeras medidas se encaminaron a establecer una dictadura militar. Primo de Rivera se convirtió en ministro único, se declaró el estado en guerra y los mandos militares se hicieron cargo de los gobiernos civiles. Se decretó la suspensión de las garantías constitucionales y se disolvieron las Cortes, al tiempo que se establecía una rígida censura de prensa. Quedaron terminantemente prohibidas la crítica a la Dictadura y a cualquier información no oficial sobre la guerra de Marruecos. El régimen constitucional había sido eliminado. Pese a todo ello, en los primeros meses el dictador tuvo bastante respaldo popular. Apenas había habido oposición al golpe.

El Directorio Militar (1923-1925): Primo de Rivera había acabado con los viejos partidos del Parlamento. Pero la Dictadura no tocó la base real del sistema: la oligarquía de terratenientes e industriales, que siguió dominando la vida política y social. El gobierno sí intentó introducir algunos cambios, como el Estatuto Municipal de 1924, que buscaba aumentar la autonomía de los municipios. Respecto a Cataluña, Primo de Rivera prohibió el uso del himno y de la bandera catalanas, y restringió el uso del catalán al ámbito privado. Con el fin de crear un cauce para quienes querían apoyarle, Primo de Rivera hizo que surgiera un partido único a semejanza del modelo italiano, la Unión Patriótica, que fue puesto bajo la dirección militar. Para Primo de Rivera el movimiento obrero y la delincuencia eran una misma cosa. Se dictaron instrucciones terminantes a los gobiernos civiles para reprimir cualquier tipo de manifestación o protesta. Sin duda, el gran éxito del Directorio Militar fue poner fin a la guerra de Marruecos. Primo de Rivera era al principio partidario de abandonar la guerra, por eso, en 1924, redujo los efectivos en Marruecos y ordenó una retirada parcial. Su posición provocó una reacción airada y hostil de los africanistas, que estuvieron al borde de la insubordinación. A mediados de 1926, la guerra había terminado, y la victoria colocaba a Primo de Rivera en la cumbre de su popularidad, al tiempo que le reconciliaba con los militares.

El Directorio Civil (1925-1930):
a finales de Primo e Rivera decidió la sustitución del Directorio Militar por un gobierno civil. Para institucionalizar la Dictadura se convocó en 1927 una Asamblea Nacional Consultiva, formada en su mayoría por miembros de la Unión Patriótica, elegidos mediante sufragio restringido. Era una copia del gran Consejo Fascista italiano. Organizó un estado sin soberanía nacional ni división de poderes y muy autoritario. Al final, tanto la Asamblea Nacional como la Unión Patriótica demostraron ser un fracaso: ni obtuvieron respaldo popular ni podían dar una salida legal a la Dictadura. Otro aspecto en el que la Dictadura imitó el modelo italiano fue la política social. Se creó un Consejo Nacional del Trabajo y se aprobó una serie de leyes sobre contratos de trabajo, accidentes, subsidios para familias numerosas y seguro de maternidad. También se puso en marcha la Organización Corporativa del Trabajo, una especie de sindicato oficial que permitía regular la negociación de los convenios.

La oposición a la Dictadura y la caída de Primo de Rivera: muchos dirigentes liberales y conservadores se negaron a colaborar con el dictador y exigieron a Alfonso XIII el restablecimiento de la constitución y la convocatoria de elecciones. Los republicanos comenzaron a organizarse tras la negativa del rey. También la izquierda obrera, sobre todo desde 1927, cuando el inmovilismo del sistema y el desgaste de la Monarquía empezaron a cansar a la opinión pública. Dentro del Ejército, las rivalidades personales, las arbitrariedades del Primo de Rivera en los ascensos y la oposición de los sectores más liberales del Ejército vinieron a empeorar el ambiente en los cuarteles. En 1929 el descontento comenzó a manifestarse de forma masiva en las manifestaciones estudiantiles. Los universitarios se organizaron en la Federación Universitaria Escolar (FUE). Más tarde, se produjo una intentona de sublevación militar, y con el régimen ya tambaleándose, en octubre se desencadenó el crack de la Bolsa de Wall Street. A finales de año una oleada de huelgas sacudió el país, al tiempo que la peseta se derrumbaba. Finalmente, en 1930 Alfonso XIII aceptó la dimisión de Primo de Rivera.

El gobierno de Berenguer y el Pacto de San Sebastián: Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Berenguer, cuyo objetivo declarado era la vuelta al régimen constitucional. Pero la mayoría de los políticos conservadores y liberales desconfiaban del rey y se negaron a participar en el gobierno, la lentitud con la que se establecieron las libertades constitucionales y la falta de plazos concretos para la vuelta al régimen parlamentario fueron minando el poco prestigio del Gobierno. Además, este no supo reaccionar ante la situación económica. El resultado fue que la producción se hundió más, aumentó el paro y creció la exasperación tanto de los industriales como de los obreros. A lo largo de 1930 la oposición al rey fue creciendo. A la derecha republicana se incorporaron políticos procedentes del “turno”, como Zamora o Maura. La izquierda liberal republicana se agrupó  igualmente, con Azaña. También se sumaron los nacionalistas, que veían en la República la posibilidad de conseguir estatutos de autonomía. Lo mismo hizo el movimiento obrero. Intelectuales y estudiantes se alinearon también contra el régimen y mantuvieron las huelgas y manifestaciones. Por último el republicanismo comenzó a manifestarse entre los militares más jóvenes. En 1930 los representantes de los partidos de la oposición llegaron a un acuerdo: El Pacto de San Sebastián. Se decidió organizar un comité revolucionario encargado de contactar con los militares republicanos y con los líderes obreros para organizar un levantamiento. Tras muchas vacilaciones el PSOE decidió unirse al Pacto.

De la sublevación de Jaca a las elecciones del 12 de abril de 1931: se preparó un golpe militar para el día 15 de diciembre, pero tres días antes dos capitanes, Fermín Galán y García Hernández, se adelantaron y se pronunciaron en Jaca por la República. Fueron detenidos y ejecutados. La mayor parte del comité revolucionario fue detenida y encarcelada, mientras que el resto pasaba a la clandestinidad. Mientras se instruían los procesos de la sublevación, los sindicatos y la FUE desataron una oleada de movilizaciones. Varios intelectuales publicaron un manifiesto de apoyo a la República, a lo que el Gobierno respondió con la censura. Berenguer anunció su decisión de convocar elecciones y de promover un partido monárquico para ganarlas, pero muy pocos estaban dispuestos a colaborar con el rey. Consciente de que ya nada podía hacer, Berenguer presentó su dimisión el 14 de febrero. El nuevo jefe de Gobierno, el almirante Aznar, convocó elecciones municipales. Semanas después, el tribunal que juzgaba a los miembros del Comité Revolucionario impuso condenas muy leves, al admitir el argumento de la defensa de que se sublevaban contra la Dictadura y no contra la Constitución. El día 12 de abril se celebraron elecciones municipales. Sus resultados desencadenaron en pocas horas la abdicación del rey y la proclamación de la Segunda República.

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