lunes, 30 de mayo de 2011

Autor: Maquiavelo

  Representa la postura del realismo político: hay que mirar la realidad tal y como es y no como debe ser o nos gustaría que fuese. En los tiempos que corrían, Maquiavelo propone encontrar un nuevo orden político acorde a tal situación. Sus obras más importantes son “El Príncipe” y “Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio”. La pregunta que se hacía era: ¿cómo debía ser el gobernante? ÉL sostenía que el gobernante tenía que estar preparado para lo peor, presuponer que todos los hombres son malos. Los tiempos cambian, pero la naturaleza humana no y ésta, suele ser mala: la maldad es propia de la naturaleza del ser humano. Sin un Estado quiere conservarse, ha de usar buenas leyes, armas y costumbres, recurriendo a veces a realizar acciones que son moralmente malas. Entonces Maquiavelo sostiene que a ala ctuación de un gobernante no hay que exigirle moral, sino eficacia, hay que ver si sirven, o no. Todo esto consiste en una separación entre política y moral. Esto quiere decir que un político, cuando tenga que usar procedimientos inmorales, tiene que estar preparado para usarlos. Maquiavelo siempre sostuvo que es moralmente condenable violar los principios humanos y morales, pero que es políticamente necesario. Para preservar el bien común, el político deberá hacer en ocasiones uso de la violencia y tendrá que engañar y manipular entonces para tener éxito.
  La política es el juego de las apariencias, es un arte. El gobernante deberá conocer que lo que cuenta son las apariencias, pues la mayoría de la gente no conoce la realidad de las cosas. Dado lo anterior, para manipular, tendrá que llevar a cabo el uso de la retórica y del lenguaje religioso.
  En “El Príncipe” Maquiavelo se hace la siguiente pregunta: ¿En qué medida están sometidos los asuntos humanos a la fortuna y de qué forma se le ha de hacer frente? Entonces sostendrá lo siguiente: la fortuna domina la mitad de nuestras vidas y la otra mitad a nuestro arbitrio, actitud que lo sitúa en el humanismo renacentista: el hombre puede convertirse en el dueño de su destino. Los seres humanos no pueden enfrentar se individualmente a la fortuna, de ahí que para hacerle frente, haya que recurrir al ordenamiento de la vida en sociedad.

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